sábado, 11 de octubre de 2014

¿El qué?

Hay que ver la de entradas que una guarda de cuando aún podíamos ir al cine. Je, je, algunas películas fueron mejores que otras...

Ya solo me faltan siete meses para terminar las clases. ¡Ánimo!



lunes, 6 de octubre de 2014

Locos y locuras

Peligro: este relato puede (o no) herir tu sensibilidad. El leerlo es bajo tu responsabilidad

La cosa

   Paseaba por el bosque. Solo y de momento, vestido. Llevaba rato siguiendo a una criatura que había visto en su solitario paseo. Era extraña, semejante a un ciervo, negro como la pez, de ojos inescrutables, cuadrúpedo y unas patas difíciles de definir. Algo dentro de sí, muy grande, se empeñaba en seguirlo, fascinado. Una parte más minúscula, presumiblemente la razón, le decía que aquello era una muy mala idea. Sin embargo, ¿por qué debía hacerle caso? Era una criatura tan... hermosa.

   Viendo que no lograba sacudirse al hombre de encima, ese hombre no muy alto, rechoncho y de pelo entrecano, decidió avanzar en un trote ligero. El hombre, que se detuvo un momento, vio como emprendía el galope.
   -Hermoso. Hermoso mío... -masculló más que murmuró.
   Y entonces se desnudó. Dejó caer sus prendas con un seco susurro y echó a andar con grandes zancadas detrás de la criatura. Esta, viendo su insistencia, ya pasó del trote ligero a un galope. Corría salvajemente por entre los árboles que conformaban el bosque. El hombre fue tras él (o ella), con la lengua fuera, en un extraño y siniestro frenesí. 

   Llegaron a un claro. La criatura, molesta, se giró y bufó con sus grandes narices. El hombre se detuvo y notó que gran parte de la sangre se le iba de los sesos y caía en sus pies. Volvió a mascullar algo, esta vez tan ininteligible que ni él mismo se entendió. La criatura, al ataque, mordió al hombre en el hombro, lo tumbó y lo agarró con sus patas delanteras. Sirviendo de ese siniestro propósito, el hombre le dejó hacer, convencido de que tenía que ser su concubino. Pronto notó como la verga de tan extraña criatura se abría paso por su ano, derramando un líquido negro que provenía de la cosa y uno rojo que provenía de los rasgos de su ano, dolorido y brutalmente violado. Los gritos del hombre llenaron el bosque, asustaron a los animales de los alrededores y excitaron a la cosa, a la criatura que, a sus ojos, había sido hermosa.

   No supo cuanto tiempo lo mantuvo levantado del suelo, sujetándolo en parte por sus patas delanteras, en parte por la verga que era como un palo que lo mantenía en volandas. Solo supo que cuando atinó a volver a la realidad, la noche había caído y miles de estrellas parecían estar regocijándose en su dolor, que rayaba un placer morboso y siniestro. 

   Pronto salieron los huevos rodando de sus intestinos, raspando sus delicadas paredes, cargándose toda la flora intestinal a su paso, sangrando, profiriendo gritos que ni una mujer dando a luz por primera vez. Huevos redondos, grandes, moteados y de diferentes colores que se abrieron nada más salir, mostrando extrañas uniones. Unas pequeñas criaturas semejantes a la original, otras con ese tono blancuzco enfermizo del hombre. 
      Este se hizo un ovillo en el suelo, mientras permitía que las criaturas se amontonaran en su pecho y se amamantaran de una sustancia viscosa y negra, pegajosa, tal vez, que le salía del pecho cual leche materna. Estaba seguro de que la criatura había llenado su cuerpo con esa sustancia, no solo para fecundarlo, si no también para alimentar a las crías. Sus hijos. 

   Cuando se hubieron alimentado, se acomodaron entre los pliegues de las nalgas del hombre y este, sujetándolos así, se puso a cuatro patas y siguió a la criatura por el bosque, en busca de una cueva o lecho bajo un árbol donde poder pasar la noche.

   Nadie volvió a ver al Gobernador de Iruska.


Y cada vez son más raros.... Otros tienden a ser lo más normalito que haya pisado tierra. Pero este, en fin, que no sé en qué diablos estaba pensando cuando lo escribí. Es interesante.

Mis compañeras de clase preguntándose qué diablos escribo...

viernes, 3 de octubre de 2014

Enajenación mental

Últimamente (uso mucho esa palabra, oi?) mis relatos han adquirido un matiz siniestro, brutal y, sobre todo, erótico, que, de momento, el único que ha sido capaz de aguantar ese extraño manantial de leer todo lo que escribo, ha sido Anubisín. Pobrecillo, ja, ja, ja. MUA, jajajajaja...

No me olvido...