Welp, pues es otra semana. Realmente, no sé cómo he acabado cayéndome por la madriguera del señor Conejo pero el caso es que, a diferencia de Alicia, no dejo de caer. Ya me he tomado tres tazas de té y contemplado la curiosa colección de relojes del señor Consejo, pero nada, no llego abajo. Y es que recuperarme de lo que quiera que sea que me pasa me está costando más de lo que hubiera llegado a imaginar. ¿Es el calor? ¿Es el proyecto? ¿Soy yo? ¿No eres tú, soy yo?
Ag, me resulta frustrante porque hace unas semanas lo tenía todo bajo control y era un hacha. Conseguía lo que me proponía, disfrutaba escribiendo y todo era maravilloso. Y no sé qué cuernos ha pasado para que deje de sentirme bien y solo una col pocha por el sol. No sé. Sigo rumiando sobre escribir un cuadernillo sobre un caracol al que le gusta la poesía y la lenta observación e imprimir fotos y pegarlas...
Pero me da miedo fastidiarla y que sea un churro. No sé.
No sé nada. ¡Ja!
En fins, creo que no encontraré pronto la respuesta así que pinta de en Julio no llegaré a mi estándar y me sentiré profundamente decepcionada conmigo misma por no haber llegado y eso solo hará que me sienta peor.
Pero, ¿tengo alguna idea de cuando voy a dejar de lloriquar porque no me sale y a espabilar? Pues no. Será que la colección de relojes es demasiado interesante y el té demasiado bueno...
En fens. Patience...
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¡Huy! Una abeja.