Agosto no ha hecho más que empezar y ya estoy bastante ilusionada con este mes. Estuve mucho tiempo trabajando en una lista de tareas inteligente, con recordatorios y fechas de vencimiento, para ayudarme a sentir que lo tengo todo bajo control y que no se me olvidará nada día a día.
En estos meses complicados donde siento que debo pisar con cuidado porque mi energía se gasta muy rápido, construir sistemas más que objetivos me ayuda a sentir que estoy siendo productiva y que avanzo en la buena dirección.
Supongo que al final el truco es no mirar a dónde quieres llegar y anhelar estar en la cima, sino disfrutar del paseo, aunque te lleve años llegar hasta ahí arriba. Concentrarte en lo que tienes que hacer hoy sin pensar en si existe el mañana.
Una de las cosas que más me agobia de estar viva es que siento que me quedo estancada. Que el mundo avanza hacia algo pero yo sigo donde empecé. Intento no pensar mucho en ello, pero cuando peor me encuentro es cuando peor (¿lógico, no?) lo veo todo.
Es abrumador sentir que no vas a llegar a ninguna parte, que te estas esforzando para nada, que todo volverá a su sitio en cuanto pongas un poco de orden. Supongo que, al estar superando mi propio dolor, estoy descubriendo uno nuevo que yace debajo. El pánico a no ser nadie, a no recibir el reconocimiento que se espera por tu trabajo, a ser uno más de la senda. Es solo una pizca de lo que pienso cuando estoy mal.
Ignoro cuánto tiempo me durará el estar bien a través de los sistemas. Espero que durante mucho tiempo.
Ow, echo de menos hacer fotos. Es uno de mis hobbies pero habitualmente me olvido de coger la cámara. Qué despistes más absurdos, ¿verdad?
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¡Huy! Una abeja.