No lo digo por las posibilidades de riesgo de tirarse por un tobogán de cabeza, si no por el mantenimiento, cuidado y seguridad de estos lugares. Y es que, aunque parezca sorprendente, se los tiene bastante descuidados. Los ayuntamientos encuentran grandes facilidades para construirlos pero eso es como las plantas, hay que cuidarlos de cuando en cuando, cosa que las autoridades competentes se olvidan hacer.
En Barcelona, de diez parques infantiles que fueron inspeccionados, se encontraron con un 50% de zonas con aparatos con defectos graves y un 30% con defectos leves. Esto supone un riesgo para la seguridad de los más pequeños quienes juegan trranquilos y sin miedos a que, de repente, se les caiga el columpio encima, se pillen los dedos en una esquina, se les atrape la cabeza por las barandillas... o se caigan y se rompan el cráneo por el tipo de suelo.
Tornillos sobresalientes, anclajes mal puestos, cadenas oxidadas y sin protectores, suelos cimentados, aparatos desgastados... esas cosas en las que uno, al llevar a su hijo al parque como cada tarde, nunca le ha dado por fijarse... hasta que pasa algo.
Por desgracia, en España funcionamos así. La ley referente a cómo se deben construir y mantener estos lugares lúdicos infantiles está muy bonita sobre el papel, empero, esta normativa no es obligatoria cumplirla, es más, queda como unas sencillas recomendaciones que se hacen a las comunidades autónomas quienes deciden si las toman o las dejan (y viendo las estadísticas, eligen lo segundo).
En España, hasta que no pase algo grave, hasta que un niño no se escayole, o, peor aún, se mate en esos campos de minas que suponen los parques infantiles mal diseñados y mal mantenidos, nadie hará nada.
Empero, no todo queda bajo la responsabilidad de las autoridades. Los padres también pueden colaborar, dándole a su hijo una educación cívica, vigilándolo, pero sin estar encima de él e informando a los ayuntamientos de los desperfectos en el parque al que van ocasionalmente.
Dejar jugar a los niños está bien, que se diviertan y hagan ejercicio, pero en unas condiciones seguras y óptimas y no en los campos de minas que son ahora algunos de los muchos parques infantiles de más de un lugar.