miércoles, 26 de febrero de 2014

El dinero no crece en los árboles (o Carta a una compañera de clase)

No eres millonaria. Tus padres ganan una determinada cantidad al mes. Y con ello, deben alimentar a un número de bocas, deben pagar una hipoteca, unos gastos de luz, agua y gas que no dejan de subir, los caprichos, las cosas necesarias, esto y aquello. Y luego están los estudios. Los tuyos y los de tus hermanos. Cada libro, cada bolígrafo... cada mes. Esa pequeña cuota que perfectamente podrían emplear para cualquier otra cosa. La universidad de tu hermano, el pago de una factura de teléfono, ahorrar para la jubilación, mil cosas.

Esa pequeña cuota que pagan cada mes, pero que, tal vez, a tus ojos, parezca insignificante y que prácticamente la tiras por la ventana con tu comportamiento, con tu actitud pasota, con tus pocas ganas de seguir adelante, de estar solo por estar, para estar tirando aún de la falda de mamá y del bolsillo de papá. Esa pequeña cantidad que no respetas con tu actitud y tus acciones. Ese dinero que se gana tu padre a base de echar horas y horas en el trabajo para que su hija tenga estudios que la saquen del montón de parados, para que la manden al extranjero por una buena oferta laboral.

Pero tú prefieres perder el tiempo en clase, prefieres no prestar atención, prefieres escaquearte de clase... prefieres insultar a tus padres porque eres una garrapata.

Una garrapata.