viernes, 11 de octubre de 2013

Arena, arena, arena.

Se nota que es viernes. Está lloviendo, he terminado con mi primer examen y no tengo prisa por terminar más de un tema.

Y llevo algo dentro que tal tuve que haber sacado el miércoles...

Contemplaba, desde una azotea, la vida pasar. En silencio y con una sonrisa oculta, contemplaba como llegaba su destino con pasos pesados. Arena. Ojalá que el viento no se la lleve. Él se situó a su lado, desenfundando las katanas, contemplando al monstruo pasar, grande y con demasiados miembros para contarlos sin contar. Ruprecht la miró, como queriendo decir "¿Qué? ¿Vamos?". Sam olía su impaciencia, pero no iba a ser fácil. Ambos estaban asustados por mucho que se empeñaran en negarlo.

Y dio el paso.

Un paso al vacío y un abrazo de este. Abajo, y cada vez más rápido. Ruprecht se deslizó fachada abajo, corriendo como una liebre por las cristaleras, ágil como un ratón, pero tanto miedo. Salto, un empujón, Sam aterrizó sobre el monstruo y recogió, de paso, a un emocionado Ruprecht.

Arena. Espero que el viento no se la lleve.

Retazos de sangre. Retazos de una caída. Trozos y oquedades de un grito.

Arena. Espero que el viento no se la lleve.

Retazos de una caída.

Espero.

Que el viento.

No se la lleve.

Arena.

No es exactamente lo que tenía en mente. Para ser franca, lo que tengo en mente nunca me sale como quiero. No sé por qué, pero creo que siempre voy a ser completamente incapaz de intentar plasmar literalmente lo que se me ocurre.

La, laaaa, la, laaaaa, lalalala ♪

Life is good.