jueves, 4 de septiembre de 2014

Ach, so

Últimamente parece que la mala suerte le ha cogido apego a mi cama. Diciéndolo en el sentido de que llevo unos días que no dejo de tropezar siempre con la misma roca negra, con esa mirada aviesa y esa risilla que me está empezando a poner de los nervios.

¿La última novedad? Mi ordenador ha decidido terminar la agónica existencia de su ventilador, de tal forma que ya no lo puedo encender sin arriesgarme a que se joda el asunto aún más. No sé cuánto costará repararlo, pero no podría haber escogido un mes mejor para estropearse. Lo peor de todo, sin embargo, es que Dobby se me queda colgando (yep, pero por lo menos estaba dándose un baño cuando pasó lo de la ejecución...).

Ahora, mientras intento terminarme la siguiente bazofia literaria (Falsa memoria, un mamotreto de 1.013 páginas infumable a más no poder... y desquiciante....) me he resignado a matar zombies a diestro y siniestro y a ponerme a tejer mientras espero a que llueva (acabo de acordarme de que aún tengo que recoger la ropa tendida), para ver si así se me anima un poco el tema de las fatídicas vacaciones...

¡Claro que tampoco estoy deseando volver al gallinero/mercadillo que tengo por clase! Eso jamás. Estoy desesperada mientras el tiempo corre en contra mía. No tengo ni un poco de ganas de volver a encerrarme con esas locas cluecas. ¡Sálvese quién pueda! Y mucho menos con la gilipollez de Mas y el celebramiento de la caída de un perdedor. ¡Que vamos! La derrota fue pacífica, osea que...

Empecé a tejer una manta y, cuando se me acabó la lana, la chica que me la suministra me dijo que ese ovillo no lo traerían hasta Octubre (¡tómate algo!), así que, en vez de dejarlo de lado y empezar mi alfombra (donde me acurrucaré a hacer los deberes y leer en invierno, je, je, je), me he decidido a hacer un mantelito para la mesa, que bien que le hace falta... y así me entretengo haciendo algo, porque las mañanas y parte de las tardes, pueden llegar a ser un auténtico muermo sin esa posibilidad de hostigarme para que me ponga a escribir y, una vez conseguido, hostigarme para ir a buscar al peque. ¿Irónico? Naaa....

¡Que llega la pesadilla!

Mucha paciencia voy a necesitar...