miércoles, 17 de septiembre de 2014

Help!

Desesperación es lo que me inunda el pecho cuando pienso que voy a tener que volver a encerrarme con esas locas gallinas durante unas seis o siete clases, aguantando sus chifladuras, sus cacareos y sus tonterías varias.

¿Alguien me echa una mano?