martes, 7 de febrero de 2023

Diarios, bitácoras y journal

En esencia, viene a ser todo lo mismo. Me hace gracia que en los últimos años lo que ahora llaman Journal (y que es el diario de toda la vida) sea algo que llevo haciendo desde que tengo 7 años. Y quería empezar uno porque me parecía divertido. Así que se lo pedí a mi madre. Y esta me regaló un diario típico, con su candado y todo de ranas. Porque me encantan la ranas. Suelo pensar que me parezco a Will de las Witch (que nostalgia...). Pero me estoy desviando del tema. El caso es que escribía cosas que ahora me parecen muy randoms. Cosas como que el gato que teníamos entonces se había hecho sus cosas fuera del arenero, que tenía una excursión escolar o que me había peleado con mi hermana. Bruh. Todavía lo conservo y me hace mucha gracia. 

Años posteriores empecé un diario sin considerarlo como tal donde contaba mis penurias de adolescente. Madre mía. Que drama de entonces. Y, es gracioso, porque desde entonces (creo que tendría como 15-16 años) no he dejado de escribir. Tengo una caja (pequeña, que tengo que cambiar porque ya no caben más cuadernos) llena de diarios de estos años. Hay tantos... algunos años me terminaba el cuaderno en curso y tenía que empezar uno nuevo. Ahora (creo) no soy tan prolífica. Pero sigo haciéndolo. Y cuando oí lo del journal fue como, "Espera, eso es lo que llevo incontable tiempo haciendo. Caray, si se ha puesto de moda y todo...". No parece ya una actividad típica de adolescentes con mal de amores. Sino como una herramienta terapéutica donde, bueno, pues escribes sobre tus males, ja, ja, ja, ja. 


Es algo que aconsejaría a cualquiera, incluso cuando crees que todo en tu vida está bien (que levante la mano quien no tiene problemas xD). Porque puedes descargar un montón escribiendo y porque luego es gracioso volver a leerlo cinco años más tarde. Ver qué hacías, en qué pensabas o qué te preocupaba. Es una manera bonita de ver cómo uno evoluciona con el tiempo.

Creo que lo seguiré haciendo hasta ser muy vieja. A veces me paro a pensar en que, si mis futuros hijos lo leen, ¿qué pensarán de mí? Huh... Que miedo... 




2 comentarios:

  1. Me hace gracia por qué teniendo palabras en castellano para llamar a las cosas nos empeñamos en utilizar otras en inglés...

    Besos.

    ResponderEliminar

¡Huy! Una abeja.