martes, 3 de septiembre de 2013

Maldito seas

A veces eres un picor insufrible. Otras veces, sencillamente, un dolor molesto al sentarme, al estar en el cine, o buscando una posición, cómoda, aceptable y sexy en el sofá con James. ¡Pero hoy me estás tocando las narices a dos manos!

Jopé, ojalá cuando me operaran por segunda vez, el puto quiste se hubiera ido a tomar viento fresco con la fresca esa que huele a pescado podrido. ¡¡Cómo me pica!! En serio, es un pequeño infierno cada vez que se abre porque pica como una guindilla maldita o algo así.

Grrrr....

Cambiando un poco de tema (sutilmente), estoy un poco harta de comerme tanto el coco con el tema de la reciente muerta y cadavérica cosa esa. Es como que me voy a poner a leer libros policíacos a tutiplén para tener un caso sensato que resolver, porque lo suyo no es precisamente un puzzle (saw, ja, ja, ja, ja. No) fácil de comprender y mucho menos fácil de recomponer.

Pasando por la trituradora, quedaría mucho mejor todo esto.

¿Alguien más se acuerda del yuyu que daba el Templo de las Sombras, con todos sus zombies (no bailarines, como en las tierras de uno que yo me sé (Igos du Ikana)), sus baños de muertos, sus bichos raros y sus manos inquietas?

Era uno de mis templos favoritos. Corrijo: es.