miércoles, 18 de septiembre de 2013

Mientras...

-¡La luz del sol! -dijo el vampiro mientras era reducido a cenizas.

Parece que me haya tomado más de siete cafés... pero es que hoy es otro día de esos y no puedo evitarlo. Ya no es de por sí la idea de empezar prácticamente de cero en otro instituto (olor a libros nuevos...), si no que mi atolondramiento típico y mi mentalidad de (os asaré vivos como no os calléis) estoy en mi mundo va a ser complicado mezclarlo en un sitio lleno de hormonas y adolescentes y lo típico de siempre... Albergo la ligera esperanza de que no me toquen mamotretos, ni sacos de hormonas, ni pimpollos ni (¿sería mucho pedir?) gilipollas con ganas de tocar las narices.

El primer paso ya está superado: los libros están en catalán. Ale. Fastidiate un rato. Ahora me queda saber en qué idioma me hablarán los profesores (la de inglés es obvio) y si me dejarán contestar los exámenes en español castellano. Porque el catalán (y el valenciano) y yo no nos llevamos muy allá.

Aparte de eso (y sorprendentemente un miércoles), tengo un día literaturesco especial. Eso quiere decir que cada dos por tres querré anotar una tontería supina que se me ha ocurrido (por ejemplo) contemplando el contoneo de las pelusas cuando barro... o sencillamente viendo a una mujer tender mientras sus hijas corretean por la casa (me, je, je, je, je).

Así que... antes de largarme con mi manojo de nervios:

Contoneo, contoneo, contoneo, giro y contoneo.
-¡Vamos, chicas, moved esos hilos! Notad como el aire y la música de las fibras sintéticas de la escoba contra el suelo os recorre el cuerpo.
Contoneo, contoneo, giro, salto en el aire, contoneo.
-¡Vamos, vamos, vamos! ¡Quiero ver como destacáis los redondeles!
Contoneo, contoneo, retroceso, avance, contoneo.
-¡Y uno, y dos!
Contoneo, contoneo...

recogedor.